Revista Pulsiones Año I Redes Sociales. Confundir, paralizar y polarizar… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/
Link de Origen: AQUÍ
Ponemos el engaño en el centro
de todo lo que hacemos
El Informe Vrba-Wetzler, también
conocido como el «Informe de Auschwitz», fue un documento crucial
redactado en 1944 por dos prisioneros eslovacos que lograron escapar del campo
de concentración de Auschwitz. Este informe constituye uno de los primeros
relatos detallados de primera mano sobre las atrocidades cometidas en el campo
de exterminio.
El documento proporcionaba
descripciones minuciosas de la estructura y el funcionamiento del campo, las
condiciones inhumanas a las que eran sometidos los prisioneros y los métodos
sistemáticos de asesinato, con un enfoque particular en el uso de las cámaras
de gas. Los prisioneros detallaron las operaciones de los crematorios, la
llegada de trenes cargados de judíos provenientes de diversas partes de Europa,
las estimaciones sobre la cantidad de personas asesinadas en Auschwitz. A pesar
de la claridad y el detalle con que el informe revelaba los horrores de los
campos de exterminio nazis, la respuesta internacional al Holocausto, en ese
momento, fue lo que llamaríamos en la modernidad liquida, notablemente
limitada.
Según el artículo Auschwitz,
Gaza y la complicidad internacional, lo más sorprendente es cómo, a pesar
de las advertencias detalladas, casi todo el mundo optó por darle la espalda.
Esto es asombrosamente similar a la actualidad, las atrocidades diarias en Gaza
y el genocidio en Sudán parecen ser ignoradas. Los medios de comunicación
concentrados se encargan de invisibilizar Sudán y Gaza en favor de la cobertura
de Ucrania. Además, no solo se limitan a desviar la atención; también se
dedican a eliminar los sucesos en ambos lugares de las redes sociales. Los
derechos de la mal llamada “plaza pública” a la autorregulación se han
convertido en la nueva vedette, dominando la narrativa.
La capacidad de las redes sociales de
intervenir en las elecciones, no solo de Estados Unidos, sino de Brexit,
Argentina, Brasil etc. son conocidas, como las preferencias de sus dueños, por
ejemplo, en la interna Demócrata en 2019, en particular para deshacerse de una
de las candidatas del ala progresista del partido: Elizabeth Warren. Ella
proponía según una grabación filtrada de una reunión publicada por The Verge, segmentar a las grandes
empresas tecnológicas. Las plataformas que le había dado a Trump rienda
suelta para mentir “para después pagarle a Facebook enormes sumas de dinero y
difundir esas mentiras a los votantes estadounidenses”, entre Fake News y
Trolls. Después las principales redes sociales, Facebook, Twitter, YouTube,
Instagram, desconectaron las cuentas del presidente Donald Trump. Un
tiempo antes Kamala Harris se había retirado de la interna demócrata por tener
sólo el 1% de los votos. Cuando fue convocada por Biden los magnates de las Big
Tech respiraron tranquilos, Harris mantenía fuertes lazos con Silicon Valley,
de su cercanía surgió la idea de un acuerdo. Las tecnológicas apoyarían la
campaña de los Demócratas y ellos se comprometen a votar porque las empresas se
autorregulen y no sea el gobierno quien ponga un marco regulatorio.
Gran parte del público mundial se
informa a través de las redes sociales y por lo tanto las mentiras y el apoyo
de los dueños de las redes, puede inclinar la balanza hacia el partido elegido,
multiplicando falsedades y eliminando cuentas de otras tendencias por contener
“información sospechosa”, según ellos mismo. El escándalo de Cambridge
Analytica, o el ceder Google datos a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y
la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), entre otras, para beneficio de sus
propios intereses forma parte del combo información y datos, que de hecho
influye en las tendencias y los humores de los votantes. En 2021 la
administración Biden presionó a META para censurar
contenidos relacionados
con el Covid-19, o sea, dependiendo el viento las redes coexisten con el
partido en el poder.
Esta es la respuesta, hoy, de Alexa,
el asistente virtual creado por Amazon, y con el que puedes interactuar a
través de los altavoces inteligentes. Si quieres saber porque votar a Trump,
Alexa no puede contestar, pero por Kamala Harris……..
La censura en las redes sociales son
el principal punto, así como definir qué servicio están prestando, qué es lo
que están ofreciendo y qué son realmente. ¿Tenemos que definir qué son? La
indefinición de lo que hace es que no se le aplique ninguna regulación
específica. ¿Son un medio? Cuando brindan este espacio, ¿lo brindan desde su
calidad de un medio de comunicación tradicional? Una vez definido lo anterior
hay, al menos, un puñado de discusiones acerca de las redes sociales,
plataformas e Inteligencia Artificial que debería darse. Si son un monopolio,
debate casi saldado, y ¿quién debe regularlas, y que contenido se debe regular?
Estas ideas tienen como veremos, componentes económicos, políticos, de
inteligencia, vigilancia y manipulación.
Respecto de la primera parte, en 2020
se realizó un informe de más de 400 páginas, escrito por el Subcomité Judicial
de la Cámara de Representantes sobre Antimonopolio, cuya conclusión fue
“… las empresas que alguna vez fueron startups luchadoras y desfavorecidas
que desafiaron el status quo se han convertido en el tipo de monopolios que
vimos por última vez en la era de los barones del petróleo y los magnates de
los ferrocarriles” (el informe está aquí).
La segunda parte, por un lado, se
encuentra la regulación gubernamental que busca imponer límites a las
grandes plataformas para proteger la privacidad, la competencia, y garantizar
la seguridad de los usuarios. Un ejemplo claro es la Ley de Servicios Digitales en la
Unión Europea, que
exige transparencia en los algoritmos y en la publicidad digital, con el fin de
reducir el abuso de poder de las grandes empresas tecnológicas y evitar la
distorsión del mercado, teniendo acceso a la información privada, caso
Telegram.
Europa, al no tener una red social
propia necesita acceso al algoritmo, caso contrario se arresta a Pavel Durov
fundador de Telegram para que lo permita. En cuanto a la legislación plantea
preocupaciones sobre la censura y la libertad de expresión, dado que la
regulación podría llevar al control de contenido en función de criterios
políticos o sociales, como se observó con la suspensión de cuentas de figuras
públicas en momentos críticos, incluyendo el expresidente de EE.UU, Donald
Trump.
Por otro lado,
la autorregulación que ofrece a las redes sociales la posibilidad de
controlar su propio contenido y ajustarse a sus propios estándares. La falta de
transparencia y la posibilidad de que las empresas prioricen sus beneficios
sobre la seguridad del usuario, ha resultado lo usual. Además, expertos
argumentan que estas plataformas no deben ser vistas como espacios públicos
tradicionales, sino como empresas privadas que imponen sus reglas, lo que
crea un vacío legal en cuanto a su regulación.
En lo que al artículo atañe, la
autorregulación de las redes sociales en Gaza y Sudan pueden ser un salvavidas
o la invisibilidad total. La gente se mantiene al tanto mediante videos,
mensajes de texto y mensajes de voz, junto con las declaraciones oficiales de
los organismos gubernamentales, para saber que hacer. Pero conseguir
información dentro y fuera de Gaza es cada vez más complicado.
Los ataques interrumpieron los
servicios de internet y electricidad, amen que Israel comunicó que cortaría el
acceso de Gaza a la web. Desde entonces, los servicios han sido intermitentes.
Para agravar aún más la situación, los palestinos y sus simpatizantes alegan
que las plataformas de redes sociales, en particular Instagram, que es una herramienta
de comunicación fundamental en la región, están haciendo supresión disimulada de sus contenidos, quitándoles prioridad
algorítmica para que sean más difíciles de encontrar.
Meta, firma
sospechada históricamente, si la hay, propietaria de Instagram, niega que esto
esté ocurriendo, calificando los problemas como un “fallo técnico”, pero este
supuesto fenómeno lleva años documentándose. Estos cortes de información
agravan el sufrimiento de quienes huyen de los ataques o se encuentran en las
líneas de combate. En las redes sociales, el baneo en la sombra es
difícil de demostrar. Pero usuarios de todo el mundo manifiestan que las
publicaciones con contenido palestino o menciones a Gaza obtienen un
número de visitas y una participación inusualmente bajos.
En Sudán, la X de Elon Musk permite a
los paramilitares blanquear su imagen. La guerra civil y la catástrofe
humanitaria de Sudán han quedado eclipsadas en las noticias internacionales por
los conflictos en Ucrania y la guerra de Israel en Gaza. Sin embargo, lo que
comenzó en abril de 2023 como una violenta lucha de poder entre dos caudillos
rivales ha devastado desde entonces a toda la nación. Aunque el número oficial
de muertos se sitúa en casi 18.000, fuentes no oficiales afirman que han muerto
más de 100.000 personas; dos millones de refugiados han huido a países vecinos;
y al menos 10 millones más de personas están desplazadas internamente
Las Fuerzas Armadas Sudanesas
(FAS) al estar en el gobierno tiene acceso sin trabas a los canales de
comunicación del gobierno y a los medios de comunicación afines. Mientras que
las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) de la oposición han hecho un amplio uso de la propaganda digital. Las RSF —una fuerza paramilitar—
siguen promoviéndose en Internet como agentes de la democracia, a pesar de que
existen pruebas creíbles de que el grupo es responsable de continuas
atrocidades. Están usando X para comunicarse con el mundo occidental, en X, publican en inglés, en cambio, en Facebook, intentaban
comunicarse con el pueblo sudanés y publicaban principalmente en árabe.
La desinformación tiene como objetivo
confundir, paralizar y polarizar a la sociedad en general con fines políticos,
militares o comerciales a través de campañas orquestadas para
difundir estratégicamente contenido mediático engañoso o manipulador. El contenido engañoso en línea es
un gran negocio. El mercado de la publicidad digital vale
actualmente 625.000 millones de euros y su modelo de negocio es
sencillo: más clics, visualizaciones o interacción significan más dinero de los
anunciantes. El contenido incendiario e impactante (sea cierto o no) es una
forma fácil de llamar nuestra atención, lo que significa que los anunciantes
pueden acabar financiando noticias falsas y discursos de odio.
El modelo de negocio de las redes
sociales funciona de la siguiente manera: las plataformas nos ofrecen
información y entretenimiento gratuito y hacen todo lo posible para mantenernos
interesados. Mientras consumimos el contenido, la plataforma recopila nuestros
datos, que luego se procesan en análisis predictivos, la información que se
utiliza para orientar los anuncios. Los anunciantes pagan por estos análisis
para impulsar sus campañas publicitarias dirigidas.
La mayoría de las plataformas tienen
un incentivo financiero para maximizar la participación en línea, lo que significa
que cualquier contenido, veraz o no, que reciba clics, me gusta y comentarios
es muy valorado. Los influencers que comparten contenido polémico e incendiario
pueden volverse ricos, lo que a menudo lleva a otros a copiar su estilo. Por lo
tanto, no es sorprendente que muchos creadores publiquen contenido
confrontativo, simplista y cargado de emociones con narrativas de «nosotros
contra ellos», los Troll libertarios de Milei.
Las empresas de tecnología
publicitaria operan sin rendición de cuentas ni supervisión, por lo que
cuando una marca paga a una empresa de tecnología publicitaria para colocar sus
anuncios, también subcontrata su responsabilidad. Por lo tanto, una marca
podría terminar, sin saberlo, financiando desinformación sobre grandes eventos
globales como la guerra entre Rusia y Ucrania y la guerra entre
Israel y Palestina. A pesar de iniciativas recientes como el Código de buenas
prácticas de la UE sobre desinformación, el Índice de Desinformación Global (GDI) sigue observando que marcas de
alto perfil financian fuentes de desinformación en línea. Esta vía de
financiación se establece a través de la publicidad en línea, a menudo sin que
la marca sepa dónde se colocan sus anuncios, ¡supongamos!
¿Quién decide qué es seguro que las
marcas utilicen para anunciar y quién decide qué constituye desinformación en
una época en la que las noticias se transmiten tan rápido y las figuras
públicas pueden hablar directamente a sus audiencias? Siempre que exista una
oportunidad para que un estafador entre y estafe a alguien… intentará hacerlo.
Si no regulamos y ponemos fin a esta locura, las cosas irán mucho peor.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista
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