Revista Pulsiones Año I Cultura popular y conciencia de clase: resistencia peronista… por Ernesto Salas
El presente trabajo tiene por objeto
destacar algunos valores de la cultura popular en Argentina en el período
posterior al golpe militar de 1955 que derrocó al gobierno de Perón. Fueron
estos valores los que, luego del exilio del presidente y el desmembramiento del
Partido Peronista y sus organizaciones, consolidaron en su identidad a la
mayoría de la clase trabajadora. Y fueron motivados por las acciones materiales
de los grupos políticos y sindicales que dieron lugar a lo que se denominó la
"Resistencia Peronista". Pese a que, antes y después del golpe, el
reclamo generalizado de las patronales se orientaba a una drástica limitación
del poder sindical, los cambios acaecidos en la década del cuarenta no podían
ser eliminados fácilmente. Pocos eran los que pensaban que la sociedad podía
retornar a las épocas de un sindicalismo de escasa organización y
representatividad social. Lo que sí obtenía el consenso casi unánime de los apologistas
de la Revolución Libertadora era que los sindicatos debían ocuparse
específicamente de su actividad profesional y ceñirse únicamente a ella. Al
mismo tiempo, la intervención daría oportunidad a los sindicalistas desplazados
por el peronismo de ocupar los puestos vacantes en la poderosa organización
gremial construida y fortalecida en los últimos diez años. El golpe de
septiembre de 1955, y sobre todo el golpe interno que desplazó a Eduardo
Lonardi en noviembre del mismo año, provocó cambios profundos en la estructura
de poder del movimiento sindical, el más importante de ellos el descabezamiento
por la fuerza de las conducciones peronistas en todos los sindicatos y su
reemplazo por interventores, militares en la mayor parte de ellos, o civiles,
en su defecto. En 1958, al finalizar el gobierno de la Revolución, sin embargo,
los peronistas habían vuelto a ocupar la dirección de la mayoría de los sindicatos
industriales y algunos gremios de servicios, habían conformado, además, una
suerte de organismo central que los agrupaba -alternativo a la CGT intervenida-,
y habían impedido eficazmente los avances de los empresarios en la modificación
de los regímenes de trabajo. Entre los años 1956 y 1958 la mayor parte de los
obreros industriales y de servicio desarrollaron fuertes conflictos contra las
patronales y el estado desde fuera de las estructuras sindicales. El poder
gremial se transfirió en la mayoría de los casos a los cuerpos de delegados y
las comisiones internas clandestinas de fábrica, surgidos al margen de la
estructura formal de los sindicatos. Estas presionaron con tal fuerza sobre el
gobierno y los empresarios que lograron rápidamente ser admitidos como
interlocutores en la resolución de las huelgas. Al cabo de tres años muchos de
los dirigentes de estas estructuras validaron su poder en elecciones sindicales
convocadas por el gobierno configurando un nuevo modelo de sindicalismo. Mi
hipótesis es que en el período tratado existió una resistencia cultural
construida de manera compleja y que la transmisión de estos significados
resistentes se hacía mediante una red de estructuras informales de organización
y comunicación formada por los "comandos de la Resistencia", las
"comisiones internas de fábrica" y las organizaciones juveniles
políticas. Estas organizaciones informales ocupaban espacios seguros: los
barrios, los clubes, las fábricas, las casas, las cárceles, los estadios de
fútbol, etc. El resultado es la conformación de significados complejos que se
han formado en el presente investigado, tanto como son resabios de la
experiencia previa, y constituyen una conciencia de clase no siempre homogénea ni
determinada sólo por las relaciones materiales entre las clases. Involucran
tanto consenso como oposición, aun cuando la suma de experiencias configura una
etapa de alta homogeneidad política y el reforzamiento de una identidad
reactiva a los modelos materiales y culturales de la clase dominante. La
Revolución Libertadora El período inmediatamente posterior al derrocamiento de
Perón en 1955 ha sido caracterizada como una etapa restauradora. En efecto, el
conglomerado de fuerzas políticas y sociales que participó o aplaudió el golpe
militar estaba hegemonizado por los sectores de la burguesía agraria que en
1943 habían sido desplazados del estado. Dos hechos marcan el contenido de la
nueva política: en primer lugar, el consenso que la Revolución obtuvo de la
burguesía y de una parte importante de los sectores medios estaba basado en la común
caracterización del peronismo como antidemocrático y autoritario; en segundo
lugar, el reclamo de que la Revolución debía limitar drásticamente el poder de
los sindicatos y reducir las presiones que, a diario, ejercían los obreros
sobre los empresarios amparados por la amplia legislación social peronista.
Ambas aspiraciones fueron difundidas por los medios de comunicación en los
meses posteriores al golpe. Con estos presupuestos, la' Revolución Libertadora
se aprestó, en los primeros meses de 1956, a desarticular las bases de
sustentación del derrotado peronismo!
Una serie de decretos marcaron la
ofensiva político-sindical del gobierno de facto. En lo político, disolvió el
Partido Peronista y prohibió su reorganización bajo cualquier sigla que
pretendiera ocupar su lugar; los cargos militares que Perón ostentaba le fueron
quitados; la fundación que dirigiera Eva Perón fue disuelta y la residencia que
ambos habían ocupado en el Palacio Unzué en la Avenida Libertador fue demolida.
El cadáver de Eva Perón fue sustraído secretamente y sacado del país sin que se
conociera su paradero por años. Todos los sindicatos fueron intervenidos y los locales
de los mismos fueron tomados por asalto por fuerzas militares apoyadas por
comandos civiles. Al frente de la Confederación General del Trabajo fue nombrado
el capitán de Navío Patrón Laplacette. El decreto más irritativo para los
peronistas fue el 4.161 mediante el cual se prohibió nombrar a Perón o Eva
Perón en los medios de comunicación o en privado; también se prohibieron las
marchas y los símbolos partidarios y se penó con reclusión a aquellos que
tuvieran retratos, símbolos o hicieran pública su adhesión al gobierno
peronista. En los medios de comunicación hicieron su aparición los eufemismos
que designaban al gobierno de Perón como "el tirano depuesto", el
"régimen depuesto", etcétera. Sin embargo el peronismo se reveló más
persistente que lo que sus opositores suponían. Si en el terreno sindical el
objetivo era modificar la relación de fuerzas existente en favor de los aliados
de la Revolución Libertadora, la creciente presión de los conflictos
organizados por los peronistas puso un freno a sus aspiraciones: las jornadas
perdidas por huelga aumentaron de 144.120 en el año 1955 a 5.167.294 en 1956. Es
interesante observar el carácter no sólo gremial sino también político que
tuvieron la mayoría de los conflictos dado que en su mayor parte eran
realizados para lograr el reconocimiento de las estructuras informales como
legítimas, Producto de estas luchas, la remuneración media de los asalariados
continuó creciendo durante los tres años del gobierno de la Revolución
Libertadora. Los decretos de anulación fueron acompañados de una efectiva
represión a los militantes peronistas. En los primeros meses miles de
dirigentes sindicales y políticos, delegados gremiales y simples militantes
fueron encarcelados y torturados; a muchos de ellos se les aplicó la Ley de
Residencia y a otros se los confinó durante un par de años en las cárceles del
sur del país, En junio de 1956 un levantamiento militar organizado por cuadros
del Ejército leales a Perón fue duramente sofocado y los principales cabecillas
fueron fusilados por sus camaradas de armas. Grupos de civiles que habían
apoyado el golpe, fueron sumariamente asesinados."
La Revolución Libertadora se
constituyó a sí misma otorgando significado a sus actos. El peronismo fue
definido como un accidente de la vida democrática que había que superar, la
adhesión de los trabajadores al régimen de Perón fue interpretada como posible
por el uso de los recursos del estado y la demagogia de Perón y su esposa.
Cortados estos vínculos, privado el peronismo del uso de los recursos
estatales, prohibida su organización y denostados públicamente sus líderes, los
sectores que habían dado su apoyo al régimen retornarían a la vida democrática
civilizada que el nuevo gobierno encarnaba. Es por ello que la Revolución no
aspiró a eternizarse en el poder y articuló, en el plazo de tres años, una
nueva salida electoral. Su destino manifiesto era la eliminación del peronismo
de la vida nacional. Sin embargo, el peronismo no se diluyó en los partidos
existentes y ello trajo consigo un debate entre los sectores que habían apoyado
el golpe militar. El dilema del posperonismo rondó en tomo al cómo desperonizar
al país. Las opciones de "integración" o "represión"
marcaron los extremos de las alternativas posibles y, en tomo a ellas, las
principales fuerzas sociales y políticas se dividieron. Frente a esto, la
acción del peronismo se alzó como una fuerza que, si no le permitía el retorno
al poder, hizo, de todas maneras, inviable la hegemonía política de los
sectores dominantes.
La Resistencia peronista En
195510speronistas perdieron el control del estado y el uso de los recursos
provenientes de los aparatos sindicales; la dirigencia de primera línea
político sindical fue inhabilitada y encarcelada; el general Perón marchó al
exilio y la represión se desencadenó en todos los ámbitos. Sin embargo, tres
años después, en vísperas de las elecciones nacionales, la mayoría de los
gremios industriales estaban nuevamente conducidos por peronistas y reclamaban
la devolución de la Confederación General del Trabajo (CGT); poco menos de un
año atrás-en 1957- habían demostrado que todavía poseían un gran caudal
electoral; la Resistencia, organizada en comandos clandestinos, se encontraba
estructurada .a nivel nacional y poseía grupos de exiliados en los países
vecinos; frente a la salida electoral, Perón había establecido un acuerdo con Arturo
Frondizi que le garantizaba el acceso a la legalidad y el fortalecimiento de
las organizaciones sindicales reconquistadas. Las predicciones de disolución
del peronismo no se habían cumplido, por lo menos durante los años de la
Revolución Libertadora. ¿Cómo fue posible aquella rápida reconstrucción? ¿Se
trataba del mismo peronismo existente hacia 1955 o era una nueva realidad,
producto de la clandestinidad, la exclusión y la ilegalidad? ¿Cuáles fueron los
valores viejos nuevos que permitieron la reafirmación de la identidad
colectiva? Aunque escape al objetivo de este trabajo hacer una descripción
detallada de los primeros años de la Resistencia es importante explicar sus
características principales. La Resistencia Peronista, o sea, el mantenimiento
y crecimiento de la organización popular en las condiciones descriptas se basa,
esencialmente, en dos estructuras interrelacionadas: los comandos clandestinos
y las estructuras de base de los sindicatos. Los comandos clandestinos de la
Resistencia Incertidumbre, desazón, impotencia, son algunas de las palabras que
pueden identificar el sentimiento de una gran parte de los trabajadores
argentinos ante los hechos de 1955.4 Sin embargo, el sentimiento de exclusión
no condujo a todos a la misma salida. Para muchos no aparecía otra opción que
la resistencia violenta. Según el testimonio de Juan Carlos Brid, citado por
Daniel James: "No teníamos armas, no podíamos hablar ni votar, ni hacer
nada [...] No teníamos libertad de prensa alguna. Todo lo que teníamos era el
decreto 4.161 el cual decía que aun si mencionábamos a Perón podíamos ir a la
cárcel. No podíamos siquiera tener una foto de Per6n en nuestras casas, Entonces
recurrimos a los caños". Los comandos peronistas fueron pequeños grupos
que surgieron desde las organizaciones de base existentes a lo largo y a lo
ancho del país, en las zonas urbanas. Fueron organizados por dirigentes de
segunda o tercera línea que habían escapado a la cárcel por no ser demasiado
conocidos. Inicialmente eran una forma de reunión política" pero
rápidamente los comandos más audaces pasaron a la acción: sabotajes a la
producción, pintadas, atentados contra organismos del estado, etc. La mayoría
de las veces -en los orígenes- no existía contacto entre los diferentes grupos?
y todos compartían una creciente desconfianza a integrarse a la autoridad de
dirigentes que no hubieran surgido de ellos mismos. La misma reticencia evidenciaba
frente a los dirigentes partidarios o frente a los antiguos funcionarios del
gobierno. Desde muchos comandos se los acusaba de incapacidad para detener el
golpe y los tildaban de dirigencia "adulona" y
"alcahueta"," La legitimidad de los comandos estaba dada por la
incapacidad de la vieja dirigencia frente a las nuevas circunstancias. Los
comandos peronistas de los primeros tiempos confiaban casi ciegamente en que un
golpe de estado encabezado por los militares leales a Perón restituyera
rápidamente al gobierno peronista. Fue ésta una de las causas de que se
movieran con audacia y elementos mínimos de seguridad para la etapa clandestina
en que se encontraban y muchos de sus dirigentes cayeron en" manos de los
organismos de seguridad rápidamente. Una vez superado el intento golpista de
Juan José Valle en junio de 1956, los grupos" de comandos fueron
estructurados en una organización mayor comandada por el entonces delegado
personal de Perón, John William Cooke. A pesar de que la actividad represiva
descabezó a numerosos comandos" para 1957 muchos de ellos publicaban su
propia prensa, como el Comando Nacional Peronista que imprimía y distribuía el
periódico "El Guerrillero"; también tenían acceso a nuevos explosivos
construidos en laboratorios que suplantaban el primitivo caño de reacción
ácida.'! "" " Resulta difícil establecer con precisión el
alcance de las acciones de los comandos peronistas. En primer lugar, porque los
medios de comunicación de la época no informan acerca de ellas salvo cuando un
grupo es detenido. Generalmente, además, el grupo es identificado como un
peligroso núcleo subversivo al que se le adjudican planes de envergadura contra
el gobierno y acciones pretéritas, las cuales, la mayor parte de las veces,
debemos suponer que son falsas o magnificadas para justificarla adopción de
medidas represivas. En segundo lugar, porque las acciones de los comandos de
los primeros tiempos" consistían en el reparto de volantes, pintadas en
los muros, sabotajes a la producción y atentados a los servicios públicos que no
eran registrados por la prensa: Dado que la mayoría de los comandos estaban
formados por obreros y conectados con las organizaciones sindicales
clandestinas, "el sabotaje industrial y los atentados en" apoyo de
las crecientes huelgas de 1956 y 1957 constituyeron las principales acciones de
la Resistencia. La práctica del sabotaje se instaló desde el primer momento del
gobierno posperonista. Consistió, sobre todo, en acciones en los propios
establecimientos o en los servicios públicos. En el primer caso se trataba de
atentados contra las máquinas o los insumas de las mismas, realizadas por los
propios trabajadores. En el segundo, por el surgimiento de grupos comandos con
un primitivo nivel de seguridad frente a la represión; contaban principalmente
con su número porque pese a las detenciones de miles de personas los atentados
no sólo se sucedieron continuamente sino que crecieron en peligrosidad. El
gobierno y los .aliados hacían permanentes llamados a los atentados contra la producción;
en .marzo el capitán Francisco Manrique hace el siguiente llamado: "El
gobierno sigue atentamente el problema del sabotaje, que es obra de grupos de
fanáticos y está presto para adoptar las medidas que sean necesarias para
reprimirlo. Si los saboteadores no entienden por las buenas, tendrán que
entender por las malas"." Durante todo 1956 son muchas las denuncias
que se efectúan. El 22 de marzo, en la fábrica Siam Di Tella se encuentran
destruidos 30 hoyos d~ molde para fundición y en una fábrica de trafilación de
acero se daña la cobertura de unos cables. El3 de abril una fábrica textil
denuncia a un obrero que deterioró intencionalmente 61 mts de tela e instó a
sus compañeros a que hicieran abandono de tareas provocando una merma del 33%
en la producción de la fábrica". EI 8 de abril aparece una denuncia de
sabotaje en el frigorífico Swift, una pieza de hierro en el engranaje de un
molino interrumpió el trabajo. Y así, en general, ocurre durante el resto del
año. En cuanto a los atentados a los servicios públicos, la mayor parte
consistió en incendios de vagones, obstrucción de vías, petardos en los tranvías,
incendio de campos, "caños" en las casas de miembros de la Junta
Consultiva o de las Fuerzas Armadas, las iglesias" etc. Los autores
materiales de los mismos pueden rastrearse en las crónicas de detención de
diversos grupos. A manera de muestra, extraigo la siguiente: ''El grupo, que
estaba constituido por varios hombresj6venes y decididos se proponía alterar la
tranquilidad pública. Fueron exhibidos a los periodistas una bomba sin explotar
preparada en un tubo de caño común de acero .galvanizado con tapas, soldadas a
la aut6gena, mechas para bombas de las llamadas lentas, detonadores usados
normalmente por los mineros, paquetes de gelinita [...l Todas las bombas y
petardos, en número de once aproximadamente fueron fabricadas por Ángel Teófilo
Ramia, tornero mecánico [...] quien obtenía el material de Diego Navarro,
carnicero de las canteras El Sauce, de Río Ceballos. Por su parte Aníbal
Machado, comerciante, las transportaba en su automóvil [...]. Como la mayoría
de los implicados son obreros y empleados de limitados recursos habían
organizado una caja común o "banco" para solventar la compra de
materiales explosivos, los viajes que hubiere de realizar para evitar
detenciones, la defensa letrada etc... La organización de este ''banco" estuvo
a cargo de Carlos Robins, vendedor de lotes de terrenos y hombre de acción
[...]". Obreros y empleados de escasos recursos. En los primeros tiempos,
también miembros de las Fuerzas Armadas formaban parte de ellos y sufrieron
detenciones en masa. Las comisiones clandestinas de los sindicatos colaboraban
con ellos y muchas veces participaron en los atentados." Durante todo el
año los allanamientos y detenciones de grupos como el arriba citado son la nota
común. Cuando a fines del año 1956 se denuncie un vasto plan subversivo
coincidente con las huelgas, las pequeñas acciones aquí relatadas crecerán hasta
convertirse en atentados de proporciones. Las acciones violentas de los
comandos fueron creciendo durante el período 1955-1959. En enero de 1959,
durante el gobierno de Arturo Frondizi, y con - motivo de una huelga general,
los atentados sumaron más de un centenar en un solo día. Las estructuras de
base sindicales: comisiones internas y cuerpos de delegados Aunque la práctica
de nombrar delegados que asumieran la representatividad de sus compañeros en
las fábricas y en los talleres frente a la patronal existía desde los orígenes
del movimiento obrero, el período peronista significó la efectiva consolidación
de las comisiones internas y los cuerpos de delegados. Si bien este reconocimiento
nunca estuvo incluido en una ley gremial, después de 1946 los contratos
colectivos contemplarían su aceptación, tanto como la estabilidad laboral de
los delegados. Al no tener reglamentadas sus funciones en los convenios
colectivos, de hecho, las comisiones internas asumieron una innumerable
cantidad de funciones, entre ellas, el-propio cumplimiento del convenio y su
aplicación en el interior de los establecimientos. Según Daniel James "a
principios del '50 ya habían asumido el rol más amplio de afianzar la seguridad
de la clase obrera y limitar las prerrogativas de la patronal en la esfera
productiva". Esta amplia gama de funciones significaron, en el ámbito
mínimo de la vida obrera, la representación de una efectiva participación en el
poder y una experiencia concreta que quedaría grabada en la conciencia de la
clase obrera. Durante la segunda mitad del año 1956 se realizaron las
elecciones de autoridades en los sindicatos y la discusión de partes en las
paritarias. Enjulio el Ministerio de Trabajo informó que había 41 convenios en
discusión, que 8 habían pasado al tribunal arbitral y que 5 habían sido
firmados; la mayor parte de las paritarias "grandes" aún no se habían
reunido" Las elecciones sindicales y las paritarias dieron una inmejorable
ocasión a las organizaciones semilegales de las fábricas para expresar su
oposición al gobierno y ganar espacio en el poder sindical. Afín de año la
mayoría de los gremios grandes habían efectuado medidas de fuerza con eje en la
paritaria. Las paritarias tenían para los trabajadores tres ejes fundamentales
a ser tratados: el aumento de salarios, la pretensión patronal de eliminar
automáticamente del convenio los artículos que afectaran el aumento de la
productividad y los reclamos de que se incluyera en ellas la discusión del
convenio. En cuanto al tema de los salarios, el aumento general del 10%
otorgado por el gobierno a principios de año había sido ampliamente superado
por el aumento del costo de vida que, respecto de 1954, había sido de un
27,34%;18 la mayoría de las comisiones paritarias reclamó entre un 60% y un 80%
de aumento. El segundo punto no dependía sólo del decreto del gobierno sino de
la relación de fuerzas en los establecimientos y hacia ello apuntaba la
estrategia empresarial. A fines de julio, como ejemplo, la Federación de
Industrias Textiles se quejó al gobierno solicitando la formación de un
tribunal arbitral respecto del decreto sobre anulación de cláusulas que atenten
contra la productividad "ya que son numerosísimos los inconvenientes que
se han presentado [...] al querer llevar a la realidad algunas medidas sobre
aumento de la productividad y racionalización"." Respecto del tercer
aspecto se suscitaron no pocas controversias que derivaron en agudos conflictos
obreros, sobre todo el de los metalúrgicos que insistían, pese a la prohibición
oficial, que debía discutirse el convenio en su totalidad. La mayor parte de
las paritarias no llegaron a acuerdo desencadenando una serie de huelgas que el
gobierno trató de frenar apelando a apurar los fallos del tribunal arbitral
creado al efecto, con lo que logró una nueva serie de huelgas en contra de los
laudos. En algunos gremios las huelgas se hicieron contra la "intransigencia
patronal" y fueron solucionadas mediante el dictamen de los laudos. Pero
en la mayoría de los casos, las medidas de fuerza obedecieron a múltiples
motivos, sobre todo en aquellos gremios donde las intervenciones fueron
desbordadas por las estructuras clandestinas de los peronistas. A partir de
1955 el derrumbe del estado peronista fue acompañado por una efectiva
intervención y represión sindical, como hemos señalado. Sin embargo, y pes~ a
ello, las comisiones internas, los cuerpos de delegados o las agrupaciones
"gremiales se reorganizaron como estructuras paralelas e informales frente
a aquellas que eran impuestas desde el poder. Durante el año 1956 el elevado
crecimiento de los conflictos fue debido, además, a los intentos de
reconocimiento que estas estructuras peronistas paralelas forzaron en las
patronales y el estado. Durante los dos primeros años una nueva camada de
dirigentes peronistas ligados a las estructuras de la Resistencia fue ganando
posiciones y se alzaron con la mayoría de las conducciones de los gremios
industriales del país. Cita Daniel James la siguiente queja: "Por octubre
[de 1956] la Cámara de la Industria del Calzado se quejaba al Ministerio de
Trabajo que 'en la mayoría de las fábricas todos los puestos representativos
han caído en manos de indudables adherentes al régimen depuesto cuyas actitudes
estorban el normal desarrollo de las tareas en ellas'.
Resistencia y cultura popular
He debido hacer todo este recorrido,
aunque breve y un tanto esquemático, de las acciones de los sectores en pugna
para abordar una perspectiva diferente y complementaria de ellas: los valores
culturales, simbólicos que motivaban las acciones populares y los significados
que se construían históricamente en los actos de resistencia, y que modificaban
o reafirmaban aspectos previos de la experiencia de la clase obrera." En
otras palabras, abordar aspectos de la cultura popular en su relación dinámica
y contradictoria con la cultura de la clase dominante. "Aníbal Ford ha
sido uno de los autores argentinos que recientemente ha revalorizado las formas
de memoreo, recuerdo, transmisión familiar que se dan en los sectores populares
y que constituyen uno de los canales internos por donde persiste la identidad
política, en este caso la del peronismo, a pesar de las grandes y largas
represiones" y, con ello, ha llamado la atención 'no sólo .a la escucha de
la oralidad popular, sino también a poner en su justo lugar la
"hipervaloración de lo escrito en el marco histórico y cultural de la
constitución del estado moderno (...]". En un sentido concordante se ha
expresado James Petras. Intentando responder por las causas de la rápida
reconstitución del movimiento de protesta en Argentina, luego del sangriento
golpe militar de 1976, aporta una serie de valiosas contribuciones para el
conocimiento del accionar de la clase trabajadora y, entre ellas "La
permanencia de los lazos clasistas subyacentes, ubicados en la familia, la
vecindad y la fábrica, reforzados por la cultura popular y provocados por la
severa declinación del nivel de vida". La Resistencia peronista resulta
una etapa excepcional en la historia reciente de la Argentina, pues en ella se
han reafirmado, establecido y cristalizado una serie de aspectos importantes de
la cultura popular y el imaginario colectivo. En el artículo citado de Aníbal
Ford, el autor hace hincapié en uno de los aspectos a reflexionar en la,
cultura, popular: el valor y el uso de los retratos.' Llama la atención sobre
el marco general de la iconografía elegida por los sectores populares, a la
costumbre difundida de fijar en retratos las imágenes de la vida familiar. En
la microhistoria que analiza en su artículo aparece uno de los rasgos
resistentes identificatorios de la identidad política: los retratos de Perón y
Eva Perón colocados en un lugar preponderante de los hogares humildes. Era ésta
una constante, un hecho de reafirmación que se extendió en los primeros años de
la Resistencia." Juan Vigo, organizador de los primeros grupos clandestinos
lo comprobaba cotidianamente al asistir a reuniones en casas de delegados
obreros que se organizaban como comandos: "La señora dejó su plancha pese
a mis protestas pues yo había sido el primero en llegar y la reunión aún demoraría
[...l sobre la pared abundaban las fotografías de Evita y el general Perón. Con
orgullo tan grande como legítimo, me señal6 una de las fotos donde se hallaba
Evita entre varias mujeres". Similares relatos aparecen relacionados con
el efecto antagónico que produjo la sanción del decreto 4.161 al que hemos
aludido. Nombrar a Perón o Eva Perón podía ser penado con prisión, tener
retratos de ambos en las casas tenía el mismo resultado. Los primeros hechos de
la Resistencia, entonces, fueron, precisamente, nombrarlos públicamente. Un
hecho que demuestra la eficacia simbólica de los retratos como forma de
resistencia me fue relatado por Héctor Saavedra, comando de la resistencia y
obrero del Frigorífico Municipal de Buenos Aires. Ocurrió poco tiempo después
del golpe de estado. El frigorífico se encontraba rodeado de fuerzas militares,
aun cuando sus tareas se desarrollaban normalmente: "tenemos que hacer
algo. Eran las once. Yo entraba a las doce pero había estado en el tumo de la
mañana y había ido al café (...] adentro (en el patio del frigorífico) había un
busto de San Martín y uno de Evita que no se habían animado a sacarlo. El 26 de
setiembre, con Lonardi en el poder no se habían animado a sacar el busto del
frigorífico. Y se me ocurre, ¿por qué no le colocamos una palma en el busto de
Evita? [...] Los muchachos que estaban en el café que eran varios, ya habían
entrado al frigorífico a avisar. El frigorífico estaba trabajando a esa hora,
estaba todo ocupado, estaba la faena. Yo iba con la palma. El asunto era cuando
llegara donde estaba el Ejército. Cuando me acerqué, los soldados y los
suboficiales me decían: -¡Bien pibe! -¡Bien pibe! Entonces yo tomé más coraje y
llegué a la vigilancia. Con ellos no pasaba nada, eran conocidos. Me vieron
entrar con la palma y estaba todo el mundo asomado desde los cuatro pisos para
ver.; ya estaba el ambiente. Cuando vieron que pasé el busto de San Martín y
vieron que doblé, ya se me habían acoplado dos o tres que eran los que estaban
adentro. -¡Y se venía abajo! Empezaron a gritar: ¡Peeerón,
Peeerón!"," Eva Perón, en particular, se la elevada a la categoría de
mito popular. Durante su corta vida fogosa y temperamental su labor fue ser el
vínculo entre. Perón y los trabajadores mediante su trabajo en la C.G.T. El
mito Evita, sin embargo, fue creado e impulsado desde el propio gobierno
peronista. A su muerte un equipo médico encabezado por el doctor Pedro Ara
comenzó las tareas de embalsamamiento encargadas por su esposo. A la espera del
monumento en donde sería depositado, el cadáver embalsamado fue colocado en la
sede de la central obrera bajo una cúpula de cristal donde era visitada por el
público. "Durante muchos años los mecanismos de propaganda del gobierno
peronista, legisladores, políticos, sindicalistas y las revistas adictas,
habían ensalzado su figura como un ser movido solamente por el amor. Era la
Primer Samaritana, el Consuelo de los Humildes, la Jefa Espiritual de la
Nación, alabada y loada hasta alturas siderales en los meses previos a su
muerte”. Frente a ello, la Revolución Libertadora intentaba conmover las bases
de la adhesión popular con la prohibición del adversario, al mismo tiempo que
una intensa campaña de prensa intentaba "demostrar a los partidarios de
Perón que habían vivido ciegos y engañados durante diez años". Pero Evita
no era sólo propaganda peronista. Cuando las fotografías fueron destruidas, las
estatuas derribadas, el cadáver secuestrado y sus libros quemados, se convirtió
en símbolo de resistencia. Cada recordatorio de su muerte mientras otras fechas
pasaban desapercibidas se fueron convirtiendo en batallas campales. Las misas
en su memoria eran actos de militancia durante los cuales los partidarios de
Perón inevitablemente se enfrentaban con la policía. La religiosidad popular
transmutó a la Evita símbolo en la Evita Santa y su imagen fue adorada en
privado mediante altares y velas encendidas en los hogares humildes.
El 23 de setiembre de 1955 el general
Eduardo Lonardi prestó juramento como presidente provisional. En la Plaza de
Mayo se había congregado una multitud para saludarlo y expresar su apoyo al
golpe contra Perón. Ese día los' vendedores ambulantes ofrecían en venta unos
banderines en cuyo fondo estaban impresas la bandera argentina y la bandera
papal, y sobre las cuales se veía una letra ''V'' con una cruz encima de ella,
más abajo la fecha del golpe: "16 de septiembre de 1955". El
simbolismo de la unidad de la Iglesia Católica y las Fuerzas Armadas en el
golpe resalta a la vista. La "V" más la cruz encima de ella
significaban "Cristo vence". Tiempo después los peronistas re
significaron el símbolo, cambiando el centro mismo del sentido que le había
atribuido la Revolución Libertadora. Manteniendo la "V" original, la
cruz fue cambiada por la "PV" con el sentido de "Perón
vuelve". Pintada en las paredes como la expresión más sintética del
movimiento, la V P se transformó en el símbolo por excelencia de la Resistencia
por más de veinte años.
El humorista Délfor, creador del
famoso programa radial "La Revista Dislocada", había montado, en el
verano de 1955, un espectáculo en la calle Corrientes con el nombre de
"Marabunta", en el que se hacía una parodia de películas famosas. En
la parte culminante del espectáculo, al personaje del científico, que conduce
una expedición en busca de un cementerio de gorilas y que siempre está
alcoholizado, le preguntan: "¿escuchaste? ¿Qué será ese ruido?", Y.
él contestaba: "deben ser los gorilas, deben ser". El éxito que tuvo
la frase hizo que Délfor la incluyera en su programa radial, "~ mes
sacaron un disco con el tema Deben ser los gorilas. Se vendieron 55 mil
ejemplares de un tirón". Luego del golpe y dado que todos los sufrimientos
.de los trabajadores eran atribuidos a la Revolución Libertadora, cada vez que
se hablaba del gobierno y sus males, se popularizó el decir: "Deben ser
los gorilas, deben ser", fusionando así "gorilas" y
gobierno." A partir de allí, el término pasó a designar al antiperonismo
sin distinción de ideologías o sectores, pero particularmente a los sectores de
las fuerzas armadas y los partidos políticos que eran furiosamente
antiperonistas. Ahora después también pasó a significar reaccionario y con este
sentido se extendió por América Latina. En los primeros tiempos de la
Resistencia sirvió como reafirmación por oposición. El peronismo se constituía
.a sí mismo en la construcción de su opuesto.
Muchos de estos valores se encuentran
con fuerza en los relatos de la organización de los primeros grupos juveniles
en 1957:
"[...] Nosotros empezamos el
activismo allá por el '57 en la esquina de Corrientes y Esmeralda, un lugar que
fue símbolo de la Resistencia Peronista, Allí nos juntábamos con gente en forma
espontánea a cantar la "marchita" o simplemente a silbarla, y como en
ese momento estaba vigente el decreto 4.161 que proscribía al peronismo y su
simbología, enseguida caía un carro de asalto de la policía y nos' hacía
circular. Cuando nos resistíamos nos dispersaban a palo Iimpio, otras veces
poníamos una foto de Perón y una de Evita colgando del cartelito en el que
estaba el número de la calle, y nunca faltaba un gorilón" que caía en el
lugar y la intentaba sacar. Y por supuesto, cobraba de lo lindo [...] Así nos
fuimos conociendo con otros compañeros con los que formaríamos la Juventud
Peronista"." .Desde el principio, el hecho más simple de la
Resistencia era cantar la "Marcha Peronista" en los estadios de
fútbol. Pero no eran los únicos: "[A mi casa] la llamaron siempre "El
Fortín". Yo en 1955 puse parlantes en el techo. Hasta el 55, tuve dos
retratos chicos, chiquitos de Per6n y de Evita. [...] Puse los parlantes en el
techo y la montada se paraba a una cuadra y no se animaba a llegar".
Los mismos hechos, desde una
perspectiva similar, me relató Norberto Capdevila, delegado del frigorífico
Lisandro de la Torre: "El peronista se sentía tocado y le causaba escozor
que otro no sea peronista. Hubo un momento en que no se podía nombrar a Perón.
Usted iba preso nombrando a Perón, Cantarla marcha peronista la cantábamos en
las canchas, y venía la policía a palos. Y seguíamos cantando la marcha. Porque
a un hombre no se le puede sacar a palos la idea. (...] Usted en un hombre va a
manejar todo, el cuerpo, pero la mente no se la va a manejar. Usted le está
pegando y no sabe si lo está insultando, lo está maldiciendo. La mente no se
maneja. Y no la va~ a manejar jamás"," Muchas veces, momentos previos
a la represión de una movilización, los manifestantes entonaban las estrofas
del Himno Nacional y obligaban a las fuerzas represivas a actuar en contra de
"lo nacional". La propia canción patria era usada como herramienta de
resistencia.
Conclusiones
¿Una creación popular autónoma,
independiente de los significantes de la cultura dominante? ¿O una creación a
partir de la argamasa contradictoria de mensajes y significados a la que se
aplica la experiencia histórica, la del memoreo y las prácticas cotidianas que
surgen de la lucha? Más bien esto último parecen ser los valores del peronismo
en la resistencia. De aquella maraña tratamos de sacar algunas conclusiones
necesarias. Una paradoja no siempre comprendida parece circular al peronismo.
No podría decirse que Perón construyera un gobierno puramente obrero en el
sentido lato de la palabra, ni tampoco un partido de clase, sino que más bien
estimuló permanentemente la concordancia, la conciliación entre las clases
sociales. Se ha discutido incluso el papel que la clase obrera tuvo en la
estrategia peronista, llegando muchos autores a la conclusión de que permaneció
como clase subordinada a una estrategia burguesa de industrialización. Sin
embargo, la identidad resistente del peronismo y el recuerdo colectivo tendieron
a gestar el mayor enfrentamiento clasista de la Argentina moderna; aun incluido
dentro del marco del sistema, el movimiento tendió permanentemente a salirse de
él. Un imaginario colectivo plagado de tradicionalismo pero inconciliable a
partir de los reclamos obreros, se convirtió históricamente en un movimiento
dinámico y contradictorio, que se opuso efectivamente a la hegemonía de la
clase dominante y gestó en su seno contradicciones insolubles que estallarían
tiempo después. Algunos valores de la cultura popular expresados permiten sacar
otras conclusiones, aparte de la expuesta. En primer lugar, una tendencia a la
unidad del movimiento que está expresada no tanto en el reconocimiento de la mismidad,
en la autorreferencia -basada en iguales acciones y la misma cosmovisión- sino
por oposición dentro del campo peronismo-antiperonismo, La descripción a la que
alude el término "gorila" no sólo identifica de manera general al
adversario, sino que unifica también todo lo "no-gorila", aun cuando
se trate de "duros" o "blandos", "combativos" o
"participacionistas". De ello también que la única autoridad para
establecer el "adentro" o el "afuera" residiera cada vez
más en la figura de Perón. Las nuevas condiciones del enfrentamiento clasista
refuerzan las experiencias vividas históricamente por la clase obrera.. En
particular, como hemos visto, la revalorización de las estructuras de base como
el lugar por donde se articula la búsqueda de poder. Pero podríamos decir
también, la división entre aquellos que buscan la alianza con el estado para su
accionar y aquellos que utilizan los sindicatos con un sentido político más
vasto." Por detrás de todo ello, la unidad se funda en el reconocimiento
común de la mayoría de los trabajadores de un pasado mejor que se transfiere al
presente como bandera del futuro. La construcción de símbolos de resistencia
como el "Perón vuelve" debe ser vista desde esta perspectiva. No es
sólo Perón el que retornará de su exilio a partir de las acciones de la
Resistencia sino el pasado peronista, aun cuando éste ya sea imposible de
reconstruir. La Revolución Libertadora, con sus decretos anulatorios, se
constituía a sí misma culturalmente a partir de la exclusión del peronismo. La propaganda
contraria al "régimen depuesto" aparecería como sentimiento de
exclusión en los escritores peronistas. Así, años después, Leopoldo Marechal,
en su novela Megafón o la Guerra expresaba este sentimiento: Desde fines de
1955 -les dije-, con un pueblo en derrota y su líder ausente, soy un desterrado
corporal e intelectual. Y añadí: -En nuestra fauna sumergida existen hoy el
Gobernante Depuesto, el Militar Depuesto, el Cura Depuesto, el Profesor
Depuesto y el Cirujano Depuesto. No quedó aquí ningún hijo de madre sin deponer".
Este sentido de la exclusión admitió, sin embargo, muchas respuestas, desde la
impotencia pasiva, pasando por la acción sindical en las fábricas hasta las
acciones violentas de la Resistencia. Pero su unidad y sentido estaban dados
por aspectos a la vez simbólicos y materiales construidos en común. ¿Cuáles
fueron las formas, las vías por las que esta construcción fue realizada? Con
los medios de comunicación en manos de los vencedores de 1955 y con una campaña
de prensa adversa al peronismo, a pesar de la represión, a pesar de los locales
políticos y sindicales cerrados, el sentido de la resistencia fue trasmitido
por años entre los sectores populares, y de generación en generación.
Eliminadas las fuentes formales de la organización comenzaron a desempeñar un
papel preponderante las organizaciones informales, los ámbitos mínimos de la
vida cotidiana, mucho más impermeables a la represión. Según James Petras
"las vecindades y los lugares de trabajo son en Argentina predominantemente
homogéneos en términos de clase, por 10 menos hasta el punto de contener
principalmente obreros y empleados de sueldo bajo y pequeños vendedores [...] por
lo menos dos generaciones (1940-1950 y 1960-1970) compartieron experiencias
comunes de lucha y organización clasista"." A pesar de que estas
afirmaciones deban ser revisadas para el presente, en mi investigación sobre
las luchas del frigorífico municipal de Buenos Aires y del barrio de Mataderos
he llegado a las mismas conclusiones." Estos ámbitos mínimos de la vida
obrera son: a) las fábricas y, en ellas, las comisiones internas, los cuerpos
de delegados y, en algunos casos los sindicatos de fábrica, y b) los barrios y,
en ellos, los clubes de fútbol, las organizaciones vecinales, los lugares de
esparcimiento y las propias casas de familia. En cuanto a las comisiones
internas y los cuerpos de delegados ya hemos destacado la importancia que
habían adquirido en la experiencia de los obreros. Cuando fueron intervenidos
siguieron funcionando como estructuras paralelas que ejercían un efectivo
control de los establecimientos. La mayoría de las huelgas de esos años fueron
organizadas por estas estructuras. Su fuerza residía no sólo en su capacidad de
organizar a los afiliados sino también en la necesidad de las patronales de
contar con interlocutores reales en vista de ordenar la producción. La mayoría
de los barrios de la ciudad de Buenos Aires tenían una activa vida social.
Cierta prosperidad conseguida por los trabajadores durante los gobiernos
peronistas y mantenida por algunos años, les permitía la asistencia a lugares de
diversión cuyo centro era ocupado por los clubes barriales. En cada localidad
existía un "centro", normalmente una arteria con negocios
comerciales," cafés, restaurantes, a los que concurrían -sobre todo los
fines de semana-o los obreros y empleados del barrio. El conocimiento entre
vecinos era mutuo y familiar. Los estadios de fútbol fueron convertidos por los
núcleos organizados de la Resistencia en lugares de expresión colectiva y, por
extensión, en vías de comunicación no formal. El testimonio más común en
entrevistas y testimonios era que se captaba militantes cantando la marcha
peronista en los mismos. Las casas de familia, los clubes, los cafés y los lugares
habituales de reunión, eran canales naturales de expresión y, por su
cotidianeidad, se convertían en lugares seguros contra la represión. Incluso
hay testimonios de reuniones de los comandos en los medios de transporte. En
cuanto a la propaganda escrita ocupó un lugar que fue creciendo
progresivamente. En los primeros tiempos, las directivas de Perón enviadas
desde el exilio a los comandos se transmitía oralmente o eran mecanografiadas
en cadena. Ya para 1957 existía una prensa clandestina y semiclandestina bastante
organizada. Por último, la cárcel se convirtió, paradójicamente, en lugar donde
se comunicaban los distintos grupos de la resistencia. Según los testimonios,
muchos de los delegados obreros fueron captados en los lugares de detención.
Para una muestra bastará el siguiente relato: "[...] en, la cárcel las
celdas de incomunicaci6n son pequeñas, largas y estrechas" Tienen una
ventanita con barrotes muy arriba de la cama. Había detenido un comunista se
llamaba Manso. Se subía sobre el respaldo de la cama. Y a los gritos nos pedía
el nombre y el número de celda de todos. No lo podían hacer callar. Cuando lo
obligaban el bolche gritaba Viva Per6n, carajo. Él no estaba incomunicado; le
permitían ver a la señora que tenía un bebé de dos meses. En la bombachita de
goma del bebé metía la lista de los detenidos y la señora la llevaba a la Liga
por los Derechos del Hombre. [...] Cuando nos ponían en libertadlos peronistas
salíamos cantando la marcha".
No obstante, lo anterior no nos lleva
a pensar que todos participaban de la misma manera de los significados, ni que
los mensajes de la cultura dominante resultaran inocuos en el conjunto de los
sectores populares. Lo que se afirma aquí es que no todos participaron de la
Resistencia pero, a pesar de ello, la Resistencia involucró a todos los
sectores obreros de una u otra manera. Una de esas maneras fue la memoria, y la
forma de preservarla convertía a muchos en resistentes sin saberlo. Podían no
acordar con hechos de violencia, pero su propia violencia no era cuestionada en
una movilización callejera. Muchos eran simples oficinistas u obreros que ni
pensarían en acciones de sabotaje pero cantaban la marcha en los estadios o
tenían en sus casas fotos de Perón o Eva Perón. La mayoría no guardaban armas o
explosivos en su casa ni era siquiera "correo" (mensajero) de los
comandos de la Resistencia, pero usaban los significados de las palabras
"inventadas" en el mismo sentido que éstos. Si no participaban de
reuniones sindicales no las denunciaban a los medios de seguridad si se
enteraban de ellas. Y por sobre todo, había aquella mirada hacia atrás, a los
días de apogeo de los derechos laborales y los beneficios sociales que
constituían la experiencia de dignidad de la clase, que elevada a la categoría
de mito del pasado pretendían volver a recuperar. Veinticinco años después una
nueva generación de militantes enfrentó un sangriento golpe militar. Muchos de
estos militantes basaron su accionar en la experiencia ·dé la Resistencia
Peronista y adecuaron sus métodos de lucha según aquellos parámetros de
clandestinidad que les habían sido transmitidos oralmente.
RESUMEN
Los gestores del golpe militar de
1955 creyeron que la identidad peronista se diluiría rápidamente en otras
fuerzas políticas. Este ensayo trata de la persistencia de aquella identidad
mostrando como la misma no se diluyó, sino que fue reforzada por el intento de
prohibición del peronismo ensayado por la Revolución Libertadora. Para ello se
analizan algunos significados centrales de la cultura popular del período los
que, en tanto afirmación de la identidad y-reacci6n frente al discurso
dominante, configuraron una renovación de los significados que el peronismo
intentó oficializar desde el gobierno. Partiendo de esta perspectiva se
pretende aportar al conocimiento de las tradiciones populares y su dinámica, y
permitir una mayor comprensi6n del fenómeno peronista.
Fuente: http://bibliotecadigital.econ.uba.ar/download/ciclos/ciclos_v4_n7_06.pdf
Lectura complementaria:
Ernesto Salas: "¿Puede una derrota coyuntural
convertirse en un símbolo de la resistencia en el futuro?"
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