Revista Pulsiones Año I BELLAS ARTES Escultura. Cristo atado a una columna de Pedro Roldán… por Miguel Calvo Santos
Fuente: HA!
Link de origen:
https://historia-arte.com/obras/cristo-atado-a-una-columna
Museo: Iglesia de
Santiago, Lucena (España)
Técnica: Escultura –
Madera - 1675
Esta escultura es puro concilio de
Trento: sangre, sudor y lágrimas.
La esculpió Pedro Roldán y
Onieva, padre de la genial Luisa Roldán «La
Roldana», escultora que aprendió el oficio en el taller de este buen
hombre, que de anatomía se ve que sabía un poquito.
Miembro de la escuela
sevillana, Pedro Roldán estaba especializado sobre todo en realismo,
expresividad y movimiento (los tres pilares de toda buena imaginería
barroca), y parece que aquí consigue bastante de los tres, como podemos
comprobar en una espectacular imagen en la que a la madera sólo le falta
respirar.
Pero por muy barroco que fuera, Roldán no
pierde el clasicismo ni se deja llevar por la truculencia gore de los
imagineros posteriores, que se recrean en la mucha sangre y demás detalles
escabrosos que se suponen en una buena flagelación. Lo que Roldán parece
transmitir aquí son sutiles emociones. Y eso, colegas, eso es arte.
Un Cristo que parece que
aún no ha recibido el primer latigazo tiene sus manos atadas a la espalda y en
su rostro se ve —más humano que los humanos— un atisbo de miedo de lo que le
espera.
De anatomía Roldán sabía un rato, pero de emociones tampoco se quedaba corto. Lo físico y lo espiritual se unen en una obra hiper-religiosa que muestra la efigie de lo que parece un super-héroe mostrando temor y valentía al mismo tiempo.
Pedro Roldán (España 1624-1699)
¿Os interesa la escultura barroca
española? No os perdáis la obra de Pedro Roldán, el perfecto
imaginero de la escuela sevillana, que convertía la madera en sangre, sudor y
lágrimas de vuestros personajes preferidos de la Biblia.
En una familia de carpinteros nace en
Sevilla Pedro Roldán y Onieva, que rápidamente se da cuenta de que la
madera vale para algo más que hacer sillas y mesas. Más dulce que la piedra,
más expresiva que la arcilla. Con un poco de madera pintada el artista
puede crear vida.
En 1638, a la tierna edad de catorce
años, Pedro Roldán se va a Granada para trabajar de aprendiz de Alonso
de Mena. Diez años después, vuelve a Sevilla y monta su propio taller, que
al parecer tiene éxito. Se solicita su buen hacer en toda Andalucía, fruto de
una fiebre —que todavía dura— por imágenes religiosas expresivas, violentas,
dramáticas y realistas que poder pasear en procesión cada año cuando llega la
primavera.
Las esculturas de Roldán no
llegan a ser del estilo gore de la escuela castellana (la Escuela Andaluza era
más serena y mesurada), pero son imágenes llenas de emoción y conocimiento de
la anatomía humana.
Aunque quizás la mejor obra que hizo Pedro
Roldán fue engendrar a su hija Luisa Roldán, «La
Roldana», orgullo de la escultura barroca española. Si os gusta el
padre, no os perdáis a la hija.
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