Revista Pulsiones Año I SI NOS ABRAZAMOS NO BAJAMOS LOS BRAZOS…. POR MARISA ROSSO

 



 

Gráfica: El Abrazo de Oswaldo Guayasamín

 

 

Un simple abrazo

Para no morir desabrazado esta tarde

Una caricia

Para que la piel no se deshaga en el aire

No hay quien los venda

Porque los abrazos no se compran, se anhelan

No hay quien regale

Porque un bello abrazo no es bien descartable

Estrella que te ilumina

Cuando sientes que caes

Cuando sientes que tiemblas

Atenido en la niebla

Un simple abrazo

Para descubrir que aún existen quimeras

Una caricia

Para no dormir sin ese fuego en la hoguera

Uno que duela

Porque ciertamente devoran las penas

Uno apretado

Como el de un hermano que al nido volviera

Lazo que nos germina

Al sentir que caemos

Cuando temblamos de miedo

Atenidos en la niebla

Un simple abrazo

Para no olvidar que nacimos descalzos

Un simple abrazo

Para recordar que vivir es amar

Pedro Aznar / Victor Cournou

 

 

Estos meses han sido de mucha turbulencia, tal vez elijo esa palabra porque me cuesta encontrar un modo breve de definir este tiempo. Me pregunto qué palabra podría encerrar y contener el cúmulo de sentimientos que hacen al desquicio que estamos viviendo y que nos genera: temor frente a este caos, incertidumbre, desazón, angustia, desesperanza. ¿Quién no necesita en estos tiempos un abrazo? Leía el otro día un twit: “Un abrazo en el momento justo y la angustia perdió por goleada”.  El abrazo es una experiencia estructural y estructurante, a la vez es un hecho político. 

Nos gestamos abrazados a otro, el vientre materno es un abrazo olvidado, pero que todos vivimos. Es el primer abrazo del ser humano  en un medio líquido y en la oscuridad. Aunque ese abrazo no sea alojador para algunos, hay una experiencia del cuerpo, de ese tiempo primordial, de haber estado abrazado a otro. 

Abrazo y asentimiento se juegan en el primer momento de la vida, y no son sin la ratificación del Otro. El asentimiento es un abrazo simbólico al niño.

Es en este sentido que Victoria Ocampo en La rama de Salzburgo (1), da cuenta de otra de las acepciones del abrazo amoroso: puerto, regazo recobrado y alivio.

Cuando hay falla en el asentimiento del Otro significa que hubo un tiempo en que el abrazo no existió (2), que hay sujetos que no fueron abrazados, que no fueron sostenidos ni reconocidos en su otredad. Se escucha reiteradamente la pregunta acerca del gobierno actual y sus seguidores, « ¿qué les pasa? ¿Tan poco los quisieron de chiquitos?”. Hoy somos nosotros como pueblo los que no nos sentimos abrazados y no nos sentimos asentidos, ya que lo que prima es el negacionismo: “no son 30000”. 

Es por ese pasaje por el otro, por ese asentimiento, que los abrazos alivian. No sólo ayudan a sentir el cuerpo cuando lo que invade es la angustia, la tristeza o la desesperación. También alivia al saber que el otro está y ratifica mi existencia. El abrazo hace volver el alma al cuerpo, cubre ese agujero y nos permite creer en el amor, amor que hace nudo, y que ayuda a sostener los lazos. Del mismo modo que hablamos y escribimos, intentando decir lo que de todas maneras el lenguaje no nos alcanza para decir, nos tocamos y abrazamos para tratar de asir lo que no se puede asir, y de abrazar lo que no se puede abrazar, intentando bordear ese vacío que nos hace. Y aunque al hablar, al escribir, al abrazar se produce ese encuentro con lo imposible de cernir, con un real que se escabulle siempre cuando intentamos asir el mundo, algo se dice, algo se escribe, algo se abraza.

En el libro El arte del error, María Negroni (3) toma una frase de Bernard Noé que dice: “escribir es como abrazar un cuerpo que no se ve”. Es esto que intentaba decir, que aquello que nos mueve a la escritura, a la exploración del sentido, es justamente lo inaprensible, lo que no puede conocerse sino a través de las sombras. La escritura es un intento de abrazar y el abrazo un intento de articular lo propio y lo otro. 

El hacer visible la inadecuación, el poner de manifiesto lo imposible de cernir, el preservar la incertidumbre es lo que confiere a la escritura y al abrazo su carácter político y necesario.

¿No es acaso esa imposibilidad de «cerrar» la grieta del sentido, el recurso más eficaz que tenemos contra el autoritarismo? (4)

Para nosotros, los argentinos, más que para otras culturas, la distancia social ha sido históricamente un problema en las interacciones personales, y el abrazo un modo bien nuestro de entrelazarnos.

Tenemos el tango que es un evento de algo que no había ocurrido antes. “Donde hay dispersión o heterogeneidad, el tango traza la unidad de las relaciones amorosas. El abrazo cerrado, el encuentro de los cuerpos, la celebración de estar reunidos. Tal vez sea esta su mayor fortaleza histórica, la de hacer del abrazo un hecho político” (5). 

En el 1800, llegan alrededor de 6 millones de inmigrantes. El tango surgió para abrazar “El abrazo de aquellos que quieren parecerse a los que viven acá, quieren ser criollos. 

Entonces el lenguaje se tuerce en nombre de querer pertenecer a un grupo, que es el grupo de la Argentina, quieren formar parte a pesar de la multiplicación que tiene la Argentina respecto de la cantidad de inmigrantes. Hay más inmigrantes en Buenos Aires que criollos. Sin embargo quieren ser criollos, no quieren ser italianos” (6)

¿Qué loco no? Hoy nos gobierna un grupo de políticos que no quieren a los argentinos y no quieren ser Argentina. 

Varela  plantea el abrazo como la integración de lo diverso. Dice además, “es el yo del quien soy y lo otro de mi”. 

Ante el desguace del Estado y del desmantelamiento de los medios públicos, cada programa de TV cultural que se baja, cada organismo que diluye, actores, músicos, representantes de la cultura, maestros, jubilados, responden con un abrazo colectivo, y con abrazos simbólicos rodeando los lugares físicos que se busca “resguardar” o “proteger”. Un modo de manifestar la reivindicación de los espacios públicos en tanto espacios de representación social.

En Argentina, el auge del abrazo solidario coagulado en la expresión, “Madres y abuelas de la Plaza, el pueblo las abraza”, da cuenta del intento de simbolizar una transmisión política, de hacer propia esa lucha, de acompañar y relevar. 

Hoy más que nunca nos abrazamos en la plaza de Mayo para recordar que son 30000. Y que aún quedan muchos nietos por recuperar.

Seamos uno, un colectivo que se abraza para hacer frente a lo que ya ocurrió, y a esta  arremetida.

Hay abrazos que se sueñan, abrazos postergados, y abrazos que una vez que se pueden dar son como dice Estela de Carlotto: “tan largos que pensamos que nunca más se iban a despegar”.

Le canta Ismael Serrano a las madres:

“Te busca madre mientras su cuerpo es mecido

por el mar en el que se sumerge dormido

sueña tu abrazo, busca recuerdos

a los que aferrarse para no conciliar el sueño”.

 

Viaje a las sombras de lo desconocido, donde están los muertos que no es posible abrazar, pero que sí debemos abrazarlos simbólicamente, escucharlos, darles voz.  Del mismo modo que durante la pandemia, se me impone recurrentemente la pregunta: 

¿Cuándo todo pase nos seguiremos abrazando?

¿Se avecina un tiempo en que no sabremos qué nombre dar a lo que nos una?

¿Qué nos queda? Tal vez nos queda seguir apostando a lo que no cierra, a lo que no hace sentido. Seguir escribiendo y abrazándonos para resguardar/nos proteger/nos, frente a tanta devastación. Seguir resguardando y protegiendo el asentimiento y los abrazos. 

Y, como la tierra generosa
Abraza la raíz
De un frutal encendido
Yo te abrazo a ti
Y abrazo tu ropa, no sé
Tus maletas, tu rostro, tus dudas
Tus pies, su huella, tus manos
Y hasta tus zapatos
Tu pena, mi castigo
La curva de tu espalda
El hueco en el que anido

Ismael Serrano El hueco en el que anido


1) Victoria Ocampo, Autobiografías Iii La rama de Salzburgo. Ediciones Revista del Sur

2) J. Lacan seminario La Angustia, clase del 28/11/1962. Editorial Paidos. 

3) María Negroni, El arte del error. Es. Vaso roto cardinales

4) CORRESPONDENCIAS María Negroni y Alejandro Morellón. Escribir como abrazar al cuerpo invisible. DICIEMBRE 1, 2021. Coordinado por Valerie Miles

5) Gustavo Varela tango y política. Sexo, moral burguesa y revolución en Argentina. Ed. Ariel-Historia. Bs As Argentina. 

6) Gustavo Varela, Mal de Tango, historia y genealogía moral de la música ciudadana. Ed. Paidos Diagonales.  Bs.As. Argentina 


Marisa Rosso. Psicoanalista. Ejerce  la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado con niños, adolescentes y adultos. Supervisa y dicta grupos de estudio. Fue miembro de la Escuela Freudiana de la Argentina desde el año 2004 hasta fines del 2021. Coordinó diversos grupos de trabajo y de investigación. “La función del amor”, “Posición femenina, posición del analista. Consentimiento y semblant”, “Subjetividad y lazo social: incidencia del discurso capitalista en las nuevas manifestaciones del malestar en la cultura”, “Del arte al psicoanálisis. Avatares del sujeto: goce, creación, Sublimación”, entre otros. Supervisora y enseñante en el Hospital Interzonal General de Agudos “Luisa C. de Gandulfo” durante los años 2017/2019. Forma parte de la delegación editorial de En el margen. Revista de psicoanálisis. Está cargo, en la misma revista, de una Sección cuyos textos se escriben en correlación al trabajo de lectura  e investigación relativo a la articulación entre el sínthome, la música y la voz: La clave musical.

 

Fuente: En El Margen

https://enelmargen.com/

Link de Origen:  AQUÍ

 

 

 


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