Revista Pulsiones Año I La ruedota del hámster… por Favio Camargo

 

 

La intervención de la Universidad Madres de Plaza de Mayo hace unos días, coincidió creo que exacto, con la realizada por el tristemente célebre Onganía. Personaje que decía no tener tiempos, sino objetivos como argumento para perpetuarse en el poder. Fue eyectado por el “Cordobazo” y de ahí derechito al olvido. Otro de esos fantasmas del pasado que han vuelto, junto con los “ticket canasta”, es la discusión sobre si los clubes deben o no transformarse en sociedades anónimas deportivas. Hay mucho apuro con este tema de parte del gobierno nacional, en esto y en vender terrenos e inmuebles del Estado Nacional. Malpensados como yo creen que es una devolución de favores a quienes fondearon la campaña. Como tal vez recuerden quienes siguen mis notas, a mí me gustan mucho las bicicletas y todo el mundo que las rodea. No encuentro nada más parecido a una SAD que un equipo ciclista profesional. ¿Alguien es hincha de un equipo ciclista profesional? ¿Generan sentido de pertenencia o amor en un argentino/esquimal/mozambiqueño los colores del Bahrain Victoria o del Jumbo Visma? La respuesta en mi caso es no, generalmente somos “hinchas” de un corredor y no de un equipo. En un principio la cosa tenía algo de color porque los equipos eran auspiciados por empresas que fabricaban bicis y los corredores eran nacionales de cada uno de esos países: Alcyon, Bianchi, Peugeot, Mercier, NSU, Torpedo, Raleigh…

La política interna de los países y del mundo también afectó a este deporte. En plena “Guerra Fría” los atletas de los “países socialistas” no podían participar, por ser “empleados del Estado” de las clásicas, como el Tour de Francia, la Vuelta a España o el Giro de Italia. Para los corredores del “Este” estaba la “Carrera de la Paz Varsovia – Berlin – Praga”. Los dos “mundos” solo se encontraban en las olimpiadas.

En el “ciclismo comercial” los ciclistas pasan de un equipo a otro por plata, a nadie le parece raro. Un hecho como este trasladado a clubes de fútbol así sea de pueblo/liga regional no es tomada ni por asomo con tanta naturalidad. El individuo es acusado de “traidor” y seguramente sufriendo alguna consecuencia a manos de algunos termos. Pintadas, insultos, auto quemado, amenazas telefónicas, ahora escrache en redes, ya sabe…

Considero necesario aclarar que mis conocimientos de fútbol son escasos, pero fui parte de uno de esos consumos típicos de niños que eran las figuritas de fútbol. Entre los equipos que salían en ese álbum de “Futbol Argentino 1993” estaban Mandiyú y Deportivo Español, este fue uno de los primeros clubes que intentarían privatizar allá por los 90. Como no pudieron privatizarlo y mudarlo a Mar del Plata con cambio de nombre incluido lo hicieron quebrar, le quitaron todo lo que pudieron, hasta el nombre en un momento. Como no podía ser de otra forma cuando hablamos de fútbol y cosas turbias, mxcri ( escrito así para evitar la mala suerte) estaba detrás de esto. Creo, si mi memoria no me traiciona, que uno de los dirigentes de “Español” se terminó suicidando al paso de una formación ferroviaria. Para quienes por alguna casualidad puedan estar leyendo esta nota desde algún otro lugar del mundo que no sea la Argentina, los clubes en nuestro país tienen una fuerte función social y fueron construidos por el aporte de varias generaciones de socios que a lo largo de más de cien años en muchos casos invirtieron su tiempo y su dinero en una construcción colectiva. Muchos de esos clubes nacieron con la llegada del ferrocarril a los pueblos, otros como lazo social y centro de ayuda mutua entre inmigrantes, clubes de barrio o entre compañeros de un trabajo en particular como “Vialidad Nacional” en Bahía Blanca. Lo que da más tristeza es que toda esta movida privatista está llevada adelante no solo por el gobierno y voceros lamentables como Varsky y Fantino, sino también por jugadores que salieron de situaciones muy precarias ayudados por estos mismos clubes que ahora quieren ayudar a rematar al mejor postor. Da un poco de rabia ver como “envuelven” a las personas con que los socios van a poder “elegir”, ocultando que esa elección va a ser la última. Una vez que el club se transforme en SAD, los únicos que van a votar van a ser los accionistas. El resto de los socios-hinchas van a pasar a ser clientes, como los clientes de un gimnasio. Tampoco se dice que al igual que un equipo ciclista, el color de la camiseta ya no va a depender de nada identitario sino que lo único que va a contar no va a ser otra cosa que no sea el auspiciante de turno: un banco, una casa de apuestas o cebo matarratas. Menos van a cumplir funciones sociales como darle contención, un lugar de pertenencia, ropa o merienda a los niños ni de lugar de esparcimiento para los abuelos que juegan a las cartas o a las bochas. Actividades que no sean un negocio…afuera!! Diría un triste personaje de indisimulable papada.

Miremos acá cerca, a los clubes sociales y deportivos de los pueblos donde vivimos, cumplen más que una función deportiva. En tiempos oscuros como estos que estamos pasando, a veces llegan donde al Estado ya no le importa llegar. Y ya que hablamos del pasado, del miedo al comunismo, del fútbol y de los voceros, me acordé de unos artículos que leí en la popular y tristemente desaparecida revista “El Gráfico” que mi tío Piche coleccionaba. Previo al Mundial de Chile de 1962 la selección argentina emprende una gira por algunos los países del “Este”. Previo al despegue del avión la venta de humo alcanzó niveles superiores a los de un motor de bicimoto con la mezcla mal hecha. Un poco más, a los jugadores argentinos les faltó decir que le iban a enseñar a los “comunistas” que la pelota era redonda y tenía aire adentro. De esa gira la selección vuelve con varías derrotas aplastantes todas con seis goles en contra. Si la memoria no falla, los rivales fueron Unión Soviética, Hungría y Checoslovaquia. 6-1 o 6-2 fue la derrota más digna del “combinado de players nacionales”, como se decía en esa época. Como de fútbol se podía decir poco después de semejantes bailes se largaron con chismes de señoras que están aburridas en la peluquería esperando que la tintura tome color. “Bañarse a gusto capitalista es imposible en Moscú. No hay agua caliente, ni crema de afeitar ni colonia” A un país que hacía unas semanas había mandado un hombre al espacio exterior y vuelto con vida, lo querían hacer ver como incapaz de fabricar un calefón. Otro cronista se quejaba de las ciudades destruidas y de ver mujeres haciendo  “trabajos de hombre” como manejar camiones y maquinaria vial y maniobrar asfalto hirviendo. Nada mencionaba de que poco más de 15 años recién habían pasado del fin de la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron millones de hombres, mujeres y niños… Ya en el último escalón de la gira, Praga tal vez, y con una docena de goles en contra más o menos, los argumentos se volvían cada vez más pobres… Las mujeres checoslovacas son feas, dijo el cronista.

Pasa el tiempo y cambian los soportes, algunos países y competencias ciclistas ya no existen, pero los intereses y los voceros siempre están ahí.-



*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur

 


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