La intervención de la Universidad
Madres de Plaza de Mayo hace unos días, coincidió creo que exacto, con la
realizada por el tristemente célebre Onganía. Personaje que decía no tener tiempos,
sino objetivos como argumento para perpetuarse en el poder. Fue eyectado por el
“Cordobazo” y de ahí derechito al olvido. Otro de esos fantasmas del pasado que
han vuelto, junto con los “ticket canasta”, es la discusión sobre si los clubes
deben o no transformarse en sociedades anónimas deportivas. Hay mucho apuro con
este tema de parte del gobierno nacional, en esto y en vender terrenos e
inmuebles del Estado Nacional. Malpensados como yo creen que es una devolución
de favores a quienes fondearon la campaña. Como tal vez recuerden quienes
siguen mis notas, a mí me gustan mucho las bicicletas y todo el mundo que las
rodea. No encuentro nada más parecido a una SAD que un equipo ciclista
profesional. ¿Alguien es hincha de un equipo ciclista profesional? ¿Generan
sentido de pertenencia o amor en un argentino/esquimal/mozambiqueño los colores
del Bahrain Victoria o del Jumbo Visma? La respuesta en mi caso es no,
generalmente somos “hinchas” de un corredor y no de un equipo. En un principio
la cosa tenía algo de color porque los equipos eran auspiciados por empresas
que fabricaban bicis y los corredores eran nacionales de cada uno de esos países:
Alcyon, Bianchi, Peugeot, Mercier, NSU, Torpedo, Raleigh…
La política interna de los países y
del mundo también afectó a este deporte. En plena “Guerra Fría” los atletas de
los “países socialistas” no podían participar, por ser “empleados del Estado”
de las clásicas, como el Tour de Francia, la Vuelta a España o el Giro de
Italia. Para los corredores del “Este” estaba la “Carrera de la Paz Varsovia –
Berlin – Praga”. Los dos “mundos” solo se encontraban en las olimpiadas.
En el “ciclismo comercial” los
ciclistas pasan de un equipo a otro por plata, a nadie le parece raro. Un hecho
como este trasladado a clubes de fútbol así sea de pueblo/liga regional no es
tomada ni por asomo con tanta naturalidad. El individuo es acusado de “traidor”
y seguramente sufriendo alguna consecuencia a manos de algunos termos.
Pintadas, insultos, auto quemado, amenazas telefónicas, ahora escrache en
redes, ya sabe…
Considero necesario aclarar que mis
conocimientos de fútbol son escasos, pero fui parte de uno de esos consumos
típicos de niños que eran las figuritas de fútbol. Entre los equipos que salían
en ese álbum de “Futbol Argentino 1993” estaban Mandiyú y Deportivo Español,
este fue uno de los primeros clubes que intentarían privatizar allá por los 90.
Como no pudieron privatizarlo y mudarlo a Mar del Plata con cambio de nombre
incluido lo hicieron quebrar, le quitaron todo lo que pudieron, hasta el nombre
en un momento. Como no podía ser de otra forma cuando hablamos de fútbol y
cosas turbias, mxcri ( escrito así para evitar la mala suerte) estaba detrás de
esto. Creo, si mi memoria no me traiciona, que uno de los dirigentes de
“Español” se terminó suicidando al paso de una formación ferroviaria. Para
quienes por alguna casualidad puedan estar leyendo esta nota desde algún otro
lugar del mundo que no sea la Argentina, los clubes en nuestro país tienen una
fuerte función social y fueron construidos por el aporte de varias generaciones
de socios que a lo largo de más de cien años en muchos casos invirtieron su tiempo
y su dinero en una construcción colectiva. Muchos de esos clubes nacieron con
la llegada del ferrocarril a los pueblos, otros como lazo social y centro de
ayuda mutua entre inmigrantes, clubes de barrio o entre compañeros de un
trabajo en particular como “Vialidad Nacional” en Bahía Blanca. Lo que da más
tristeza es que toda esta movida privatista está llevada adelante no solo por
el gobierno y voceros lamentables como Varsky y Fantino, sino también por
jugadores que salieron de situaciones muy precarias ayudados por estos mismos
clubes que ahora quieren ayudar a rematar al mejor postor. Da un poco de rabia
ver como “envuelven” a las personas con que los socios van a poder “elegir”,
ocultando que esa elección va a ser la última. Una vez que el club se transforme
en SAD, los únicos que van a votar van a ser los accionistas. El resto de los
socios-hinchas van a pasar a ser clientes, como los clientes de un gimnasio. Tampoco
se dice que al igual que un equipo ciclista, el color de la camiseta ya no va a
depender de nada identitario sino que lo único que va a contar no va a ser otra
cosa que no sea el auspiciante de turno: un banco, una casa de apuestas o cebo
matarratas. Menos van a cumplir funciones sociales como darle contención, un
lugar de pertenencia, ropa o merienda a los niños ni de lugar de esparcimiento
para los abuelos que juegan a las cartas o a las bochas. Actividades que no
sean un negocio…afuera!! Diría un triste personaje de indisimulable papada.
Miremos acá cerca, a los clubes
sociales y deportivos de los pueblos donde vivimos, cumplen más que una función
deportiva. En tiempos oscuros como estos que estamos pasando, a veces llegan
donde al Estado ya no le importa llegar. Y ya que hablamos del pasado, del
miedo al comunismo, del fútbol y de los voceros, me acordé de unos artículos
que leí en la popular y tristemente desaparecida revista “El Gráfico” que mi tío
Piche coleccionaba. Previo al Mundial de Chile de 1962 la selección argentina
emprende una gira por algunos los países del “Este”. Previo al despegue del
avión la venta de humo alcanzó niveles superiores a los de un motor de bicimoto
con la mezcla mal hecha. Un poco más, a los jugadores argentinos les faltó
decir que le iban a enseñar a los “comunistas” que la pelota era redonda y
tenía aire adentro. De esa gira la selección vuelve con varías derrotas
aplastantes todas con seis goles en contra. Si la memoria no falla, los rivales
fueron Unión Soviética, Hungría y Checoslovaquia. 6-1 o 6-2 fue la derrota más
digna del “combinado de players nacionales”, como se decía en esa época. Como
de fútbol se podía decir poco después de semejantes bailes se largaron con
chismes de señoras que están aburridas en la peluquería esperando que la
tintura tome color. “Bañarse a gusto capitalista es imposible en Moscú. No hay
agua caliente, ni crema de afeitar ni colonia” A un país que hacía unas semanas
había mandado un hombre al espacio exterior y vuelto con vida, lo querían hacer
ver como incapaz de fabricar un calefón. Otro cronista se quejaba de las
ciudades destruidas y de ver mujeres haciendo
“trabajos de hombre” como manejar camiones y maquinaria vial y maniobrar
asfalto hirviendo. Nada mencionaba de que poco más de 15 años recién habían
pasado del fin de la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron millones de
hombres, mujeres y niños… Ya en el último escalón de la gira, Praga tal vez, y
con una docena de goles en contra más o menos, los argumentos se volvían cada
vez más pobres… Las mujeres checoslovacas son feas, dijo el cronista.
Pasa el tiempo y cambian los
soportes, algunos países y competencias ciclistas ya no existen, pero los
intereses y los voceros siempre están ahí.-
*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur
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