No puede haber unidad del campo popular, si la soberanía política, la independencia económica y la justicia social ingresan dentro del terreno de la ambigüedad..
La ambigüedad de la
Unidad
Ricardo Aronskind Licenciado
en Economía UBA y Magíster en Relaciones Internacionales por FLACSO, para La
Tecl@ Eñe
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La unidad opositora
como imperativo se plantea en estrecha relación con el daño que el régimen
macrista le hace al país, lo cual tiene mucho sentido.
Entre los criterios
para delimitar el campo opositor, que en 2019 debería tener la suficiente
potencia electoral como para desplazar a Cambiemos, se escucha decir: “el
límite es Macri”.
Por lo tanto será
necesario ponerse de acuerdo sobre una cuestión central: ¿qué es Macri?
Creemos que “lo
Macri” se puede definir de tres formas muy diferentes, lo que a su vez define
perspectivas políticas muy distintas.
Si el problema es
con Macri como persona, o grupo familiar y de negocios, se puede
solucionar sin demasiado esfuerzo. Hay muchas otras personas y grupos
dispuestos a ejecutar el mismo proyecto económico-social que el actual
presidente. E incluso de una forma más elegante e inteligente: Vidal, Urtubey,
Rodríguez Larreta y tantos otros. El propio Massa, cuando fue a Davos para que
“los inversionistas” lo conozcan como hombre “serio” (o sea, favorable a los
intereses empresarios), parecía estarse proponiendo como la “alternativa
peronista” a Macri, dentro del esquema neoliberal. En esta definición de
“lo Macri”, cualquier cosa sería válida para “ganarle” en 2019, pero serían
esperables muy pocos cambios en relación al “cambio” actual.
Si el problema, en
cambio, es con la Alianza Cambiemos, en tanto construcción política, el
tipo de desafío que se plantea es otro. Se trata de discutir qué se le critica
al actual esquema político. Y tiene otro tipo de peligros.
Puede pasar lo que
ocurrió con la Alianza, que después de una década de hacer
anti-menemismo, llevó a la victoria a De la Rúa, que continuó prolijamente con
los mismos lineamientos económicos menemistas (subordinación a las finanzas y a
las multinacionales) y ¡hasta desembocó en Cavallo! Eso sí, sin Menem.
La Alianza renunció
a discutir el modelo socio-económico de base, y trasladó todo el peso
argumentativo a “la corrupción menemista”. Había que cambiar un personal
político “corrupto” por uno honesto para gestionar… el mismo modelo
económico-social. Fue la mejor forma de garantizar la continuidad “renovada”
del régimen antinacional y antipopular que se construyó en los ´90.
El riesgo de
adoptar este enfoque “de aparato” es que todo el énfasis se ponga en la captura
de espacios en el sector público, cargos y control de fondos, sin una visión
clara de qué país se quiere construir. Es la opción que hizo la UCR cuando se
alió con el PRO para llevar a Macri al poder: no importa para qué, necesitamos
ganar. El aparato político demanda puestos, más allá del para qué.
Hay una
tercera lectura: el macrismo visto como la forma circunstancial que adopta una
alianza social entre diversos intereses económicos locales y externos, para
ejercer el monopolio del poder en Argentina, y subordinar al resto de los
sectores a la lógica de sus negocios particulares. El macrismo es la tercera
versión de un proyecto que apareció en 1976, y reapareció en 1989. Si este es
el significado de “Macri es el límite”, la propuesta de Unidad tendrá enfrente
al poder real, su construcción será más dificultosa y más exigente, y unos
cuantos interesados en prebendas fáciles y rápidas seguramente perderán el
interés en participar en el convite.
Entender la
historia:
El 2003 es
irrepetible: la aparición de Néstor Kirchner en el gobierno de la Nación fue
una carambola histórica. De pronto llegó a la cúspide del poder formal una
pareja que no respondía al consenso conservador previo, y que estaba dispuesta
a construir poder autónomo y dar la batalla por un proyecto mucho más avanzado
de lo que toleraba el poder real.
Luego de 12 años de
dura confrontación para remover del poder a esos “indeseables”, todos los
sectores conservadores del país están avisados: “eso” no puede volver a pasar.
La derecha macrista
se muestra hoy mucho más combativa contra el polo popular que lo que fue la
Alianza. El gobierno, aliado con los medios hegemónicos y parte del poder
judicial, aparece decidido a reducir a la verdadera oposición a la impotencia
mediante la demonización mediática, la persecución judicial y la represión
abierta.
Pero también los
dirigentes peronistas conservadores no quieren volver a pasar por
confrontaciones en las que no creen, ni subordinarse a conducciones cuyas metas
sobrepasan largamente su (chato) horizonte de ideas. Cuesta creer que esa
dirigencia quiera participar en un frente que se oponga en serio al proyecto de
sociedad macrista.
Sin embargo, lo que
aparece como novedoso en el actual escenario, es que el actual proyecto
conservador neoliberal tiende a arrasar ese lugar del conservadorismo popular
peronista, invitándolo a rendirse e incorporarse a las filas del pan-macrismo.
La trituración política de Massa, el silencio completo de Randazzo, o la
derrota de peronistas conservadores a manos de clones neoliberales en las
provincias es una señal de lo que está ocurriendo. Si este fuera un
modelo de “crecimiento” los peronistas conservadores podrían soñar con un
espacio propio. Pero como es un modelo de desposesión de los sectores populares,
su posibilidad de supervivencia política se reduce cada día.
Los componentes de
la unidad:
No cabe duda que
hay que buscar una amplia confluencia popular, pero no se puede construir a
condición de que desaparezcan de escena los espacios políticos con vocación
transformadora.
En ese sentido, la
resistencia a Cristina Kirchner, el veto a su figura no debe ser pensado
simplemente como falta de realismo político (¡37% de los votos en provincia de
Buenos Aires sin recursos ni medios!), sino como liso y llano boicot a la
construcción de un espacio realmente alternativo al macrismo. Hay, por
supuesto, críticas válidas a Cristina por estilos, actitudes, decisiones que
tomó. Pero no cabe duda que el problema que tienen muchos dirigentes peronistas
nacionales, provinciales o gremiales con Cristina es que puesta en la
circunstancia histórica de subordinarse frente al “campo”, a “Clarín”, a los
“buitres” o a la embajada norteamericana, no se rindió.
Estos son puntos de
profunda discrepancia. Los que contestan que frente a todo debió haber cedido
¿para qué quieren ir al gobierno? Para eso ya está Macri. Macri ya es Shell, es
la Rural, es Paul Singer, es el Departamento de Estado.
La comodidad con la
que intendentes, gobernadores o legisladores justicialistas se adaptaron a la
orientación estratégica anti-nacional del macrismo muestra la solidez de sus
convicciones. No alcanza el argumento de que “los aprietan con la Caja” para
entender su posicionamiento lamentable en cuestiones estratégicas del país.
Algunos piensan que
esa ductilidad de los aparatos políticos podría funcionar para cualquier lado,
y que en una perspectiva electoral auspiciosa también aportarían sus aparatos y
votos a un proyecto popular. La pregunta es ¿qué políticas estarían
dispuestos a apoyar y a cuáles no?
Tenemos un ejemplo
ilustrativo en el cambio de etapa entre Néstor y Cristina. La etapa Néstor fue
económicamente sencilla en cuanto a las medidas fundamentales: el Estado se
puso al frente ampliando el gasto público, creando trabajo y redes de
contención social, e impulsando la expansión de la actividad económica. Se
diría que es una etapa en la cual casi todo el mundo estaba de acuerdo, dado el
punto de partida catastrófico.
El problema es
cuando se supera esa etapa inicial de postración, y se comienza a discutir un
proyecto de país más ambicioso. El peronismo conservador se agota allí. No
quiere más transformaciones. Acepta al país atrasado, vencido, y se ocupa de
restañar algunas heridas sociales. La derecha neoliberal aceptó
transitoriamente al “bombero” que apague el incendio, pero luego lo quiso
enviar a los cuarteles, y volver a retomar el control de los asuntos públicos,
cosa que logró finalmente en 2015.
El próximo
gobierno, si se logra derrotar electoralmente al macrismo, tendrá que enfrentar
serios problemas y deberá contar con instrumentos adecuados y respaldo político
y social suficiente para realizar cambios. Porque parte del poder macrista no
reside excluyentemente en el Estado, sino fuera de él: ¿Quién maneja el dólar?
¿Quién las exportaciones? ¿Quién fija los precios? ¿Quién paga o evade
impuestos? ¿Quién, en vez de invertir, fuga parte de la riqueza nacional al
exterior?
Por lo tanto no es
menor quiénes asuman las posiciones de decisión, y en qué forma se convoque al
pueblo a participar.
3 cosas que son
demasiado importantes:
Si se habla de la
unidad del peronismo ¿no se debería discutir en torno a ciertos ejes que hacen
a la identidad histórica del peronismo?
No es necesario
ponerse de acuerdo en un programa extenso, porque cada día que pasa el país se
deteriora y los problemas que surgen son otros. Pero si en orientaciones
fundamentales.
Por dar sólo
algunos ejemplos sobre los tres ejes peronistas fundamentales:
Soberanía política:
¿Sí o no a una política internacional no alineada con las potencias
hegemónicas? ¿Sí o no a la construcción de la unidad sudamericana?
¿Sí o no una base militar norteamericana en el norte de nuestro país?
Independencia
económica: ¿Sí o no al tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, ruinoso
para la industria nacional? ¿Sí o no a promover desde el Estado todas las
capacidades productivas del país? ¿Sí o no al apoyo decidido a la ciencia y la
tecnología nacionales? ¿Sí o no a las políticas económicas que ponen la
estabilidad económica del país en manos de los capitales financieros y las
corporaciones concentradas?
Justicia social:
¿Sí o no a una postura pasiva frente a los problemas sociales? ¿Sí o no a darle
instrumentos al Estado para que actúe en forma decidida contra todas las
dimensiones de la pobreza? ¿Sí o no a la actual distribución del ingreso?
Son cuestiones
básicas, en las que no debería haber dudas… si se quiere ser alternativa real,
y no formal, a “lo Macri”. En los próximos meses, y al calor del deterioro
económico, social e institucional que genera Cambiemos, muchos aspirantes a protagonistas
deberán mostrar sus cartas.
Fuente:
La Tecl@ Eñe
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