La valoración
colectiva del individuo ganador solo es admisible en una sociedad en donde el
perdedor es amplia mayoría... En una sociedad inclusiva y “equalitaria” no hay
ganadores porque no hay perdedores. El perdedor es la necesidad de un sistema hermafrodita,
un modelo de sociedad que necesita que se piense como el único orden admisible
y posible.
Por eso a muchos
militantes del campo nacional y popular nos sorprende la actitud miserable y
ruin, esa suerte de rendición incondicional, un quebranto intelectual e
ideológico, de aquellos compañeros que pasados los años han decidido envejecer
dentro de la mantas de un egoísmo conservador, oscuro, desdeñando e incluso
menospreciando aquella romántica idea revulsiva que los informó y los formó.
Tal vez los ha convencido (y no vencido) esa lógica de la derrota, ergo, la
lógica de ese segmento minoritario que se presenta como ganador.
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