A 20 años de los Juicios por la Verdad: “La impunidad los llevó a irse de boca”… Patricia Chabat, secuestrada y torturada en La Escuelita de Bahía Blanca
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Lo
dijo Patricia Chabat, secuestrada y torturada en La Escuelita de Bahía Blanca,
a 20 años de celebrarse aquellos procedimientos judiciales no penales que se
desarrollaron en las ciudades de La Plata, Mar del Plata, Mendoza y la propia
ciudad bahiense.
Por La Retaguardia
En
el año 1998 regían las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida que
garantizaban impunidad a todos aquellos genocidas que no fueron jefes militares
durante el Terrorismo de Estado.
Sin
embargo, comenzaron a gestarse los denominados Juicios por la Verdad para
escuchar los testimonios de las víctimas, sobrevivientes y familiares sobre los
crímenes de lesa humanidad que les fueron perpetuados durante la última
dictadura. Eran juicios donde se escuchaba la verdad, pero no había justicia,
ya que no se podían aplicar penas.
En
diálogo con el programa Oral y Público que emite Radio La
Retaguardia, una de las sobrevivientes del centro clandestino de tortura
La Escuelita, Patricia Chabat, recordó aquellos procesos y destacó su
importancia en ese momento: “Podemos rescatar a las personas y los organismos
que se pusieron al hombro los Juicios por la Verdad en ese contexto. Se
recabó muchísima información que después sirvió para los juicios, primero en
España, y después cuando cayeron las leyes de la impunidad, acá en la
Argentina. Además, permitió a los familiares y a los amigos conocer detalles y
estar cerca de las personas que habían estado con los suyos. Fue como
tenerlos nuevamente cerquita. Si bien no se lograba justicia, sí la memoria de
tenerlos junto con nosotros”.
Chabat
fue secuestrada el 15 de diciembre de 1976 y permaneció detenida 9 días en La
Escuelita. La ex presa política explicó lo difícil que fue lograr los
Juicios por la Verdad.
“En
la década del ’90 ser sobreviviente era estar estigmatizado. Muchos de los
familiares tenían un resquemor de ser identificados por parte de la sociedad
que todavía no podía digerir lo que había pasado durante la dictadura. Fuimos
todos víctimas, no solo los que estuvimos secuestrados y presos. Fue el pueblo
argentino. Creo que los Juicios por la Verdad facilitaron esa otra mirada y no
solo para los familiares. Eso costó muchísimo”, admitió.
Si
bien las leyes de la impunidad no permitían que se condenara a los genocidas,
estos juicios fueron el inicio de los que hoy siguen sosteniendo los y las
sobrevivientes, familiares y los organismos de derechos humanos. Ayudaron a
conocer muchas cuestiones acerca del accionar del Terrorismo de Estado, a
obtener información respecto de los desaparecidos, a descubrir centros
clandestinos de detención y sirvieron, como dijo Víctor Basterra, sobreviviente
de la ESMA, “para ir liberando a los testigos para comenzar a dar los primeros
pasos en esta carrera de testimonios”.
Chabat
puso como ejemplo los vuelos de la muerte, probados en la justicia recién a fin
del año pasado: “En los juicios por la verdad, cuando se hablaba que a los
compañeros los tiraron de los aviones, tuvo que decirlo un represor como
(Adolfo) Scilingo, que él había participado, para que realmente se lo tuviera
en cuenta. Hablar de un centro clandestino en el Interior era como hablar de
marcianos. Reivindico a los Juicios por la Verdad más que nunca. Fue un espacio
para conocer y tener las bases de datos de los compañeros que estuvieron y no
sobrevivieron, un espacio para que los sobrevivientes pudiéramos contar y ser
escuchados o leídos de otra manera por los demás y, fundamentalmente, para los
familiares”, sostuvo Chabat en La Retaguardia.
La
sobreviviente también se refirió al rol de los genocidas en estos juicios donde
no podían ser penalmente condenados. “Ellos estaban envalentonados. Había
que tener muchos recaudos porque lo que hacían era vender información errada.
Pasaron los juicios por la verdad, pasaron los juicios penales y nunca dijeron
a dónde están los chicos y dónde están nuestros desaparecidos. Lo tienen bien
guardadito. Por otro lado, la impunidad instalada los llevó, en muchos casos,
hasta irse de boca y dar nombres de otros genocidas que participaban de las
torturas”, contó.
La
utopía de la justicia
Chabat
destacó el trabajo arduo y militante de los y las sobrevivientes que prestaron
su testimonio en aquel entonces y siguieron haciéndolo en los juicios penales
contra los genocidas de hoy en día, todas las veces que fuera necesario.
“Yo
no pensé que iba a vivir lo que vivimos después de la derogación de las leyes.
Siempre creí que la revolución cultural es la que sostiene los distintos
procesos. Nuestra misión y tarea como sobrevivientes era contribuir para
sostener la memoria. Nunca pensé que iban a existir estos juicios. Era un
deseo, como una utopía. Con el trabajo de todos los compañeros de 30 años que
no solo estuvieron recopilando los datos sino discutiendo muchas cuestiones.
Que hoy se hable del genocidio no se debe a la justicia, se debe al trabajo de
los compañeros. Fue un trabajo de los organismos y de muchísimos compañeros”,
cerró Chabat.
Antes
de la despedida del programa, Víctor Basterra contó, emocionado, un anécdota
que mantuvo con la entrevistada y con Jorge Julio López mientras preparaban
alguna de las audiencias de los Juicios por la Verdad: “Teníamos peleas con el
viejo Julio López por la tarea de recopilación de datos. Él decía que había
cuatro campos en Arana, no uno solo. Le decíamos que se había vuelto loco.
Después se descubrió que eran tres, no cuatro, pero eran tres. Todas esas cosas
eran anécdotas valorables”, expresó el sobreviviente para confirmar lo que
Chabat decía. El rol de los y de las sobrevivientes en la reconstrucción
de los hechos y para enjuiciar a los responsables del Terrorismo de Estado fue,
y sigue siendo, el acto más grande de amor y de valentía que cualquiera pueda
imaginar.
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Por La Retaguardia
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